En todo momento intercambiamos gestos, miradas, palabras,
algo de nosotros mismos que se queda en los otros, superficial o profundamente,
pero que no alcanza para abarcar la complejidad o la profundidad de nuestro
mundo interno. Ecos que nos llegan desde algún lugar del otro, de una parte que
lo contiene, lo confirma o de aquello que cada cual quiere mostrarnos. De aquí
entonces, el título de mi primer libro de poesías. Fragmentos, atisbo de una
puerta entreabierta, de una mirada que no pretende ser la única ni la más
acertada, pero que intenta atravesar las máscaras, el ritual manipulador y empalagoso
que hacen algunos al escribir poesía, pero que se quiebran a la primera
vibración de un grito lejano y persistente, al horror o la tragedia hecha
silencio:
La lágrima que
estalla en gritos.
La herida
absurda que se abre,
que enmudece al
corazón en su latido.
La angustia
pavorosa
del infierno y
sus abismos.
La mirada que
se quema,
que no puede
evadirse
de la llama
enloquecida,
que va
desgarrando desde la pupila
la imagen de lo
que ama.
El rostro
agrietado del hombre
que se quiebra,
que fracasa,
en su intento
imposible,
en su
desesperada agonía,
cuando las
manos brotan
desde su propia
sombra
y se arrebata a
sí mismo,
la vida.
Encierro al silencio
y lo rodeo de palabras.
Pero sé,
que por el filo de una duda
podría escaparse si quisiera.
Abandono mis ojos
y embriago de visiones sus miradas.
Pero sé,
que bastaría una hebra de luz
para que la verdad aflorara.
Camino la tierra
y voy sepultando heridas.
Pero sé,
que aún con las manos limpias
no podré ocultar el rastro
de la tierra removida.
El amor también queda reflejado a partir de esta grieta:
Nos rozaremos
el alma
desde la punta
de los dedos,
de una palma a
otra palma
con la urgente
necesidad,
de acallar en
este desvelo
la soledad que
nos embarga.
Evitaremos
pronunciar una palabra
y en todo caso,
fingiremos que
no la pronunciamos
para que luego
no tengamos que volver
por una
respuesta.
Nos rozaremos
el alma
de un abrazo a
otro abrazo
con el miedo
entre los labios
para que la
ternura se desborde
aunque
mutuamente
nos estemos
entregando,
despedidas.
La exploración,
el desafío, el sumergirme en la hoja en blanco, más que la manifiesta intención
de imprimir una palabra:
La palabra
subyace
quieta, oculta,
solapada
en la textura
de una hoja
que finge estar
en blanco.
La palabra
convive
eternamente,
en este
silencio simulado
hasta que
alguien oye que lo llaman,
desde lejos,
desde el centro
impreciso
de un texto que
aún
no ha sido
escrito.
Si la manera en
la que escribimos es una mirada, una posición frente a los otros y a todo
aquello que nos rodea, he preferido la toma de conciencia más que la evasión:
El rostro que
buscamos
no siempre
suele ser tan distinto al nuestro,
aunque a veces,
para evitarnos
la angustia
de llegar a
comprenderlo,
lo condenamos.
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Herir a la
memoria
en su
caprichoso olvido
para que ningún
gesto
se agazape de
nosotros
y pretenda
luego
ser tan sólo
una sospecha.
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Editado de manera artesanal, con mis propias manos, en el año 2000 y presentado en lo que fue la 1ra. Feria del Libro de la Región de los Lagos, Junín de los Andes, provincia de Neuquén. (Arg.)
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Editado de manera artesanal, con mis propias manos, en el año 2000 y presentado en lo que fue la 1ra. Feria del Libro de la Región de los Lagos, Junín de los Andes, provincia de Neuquén. (Arg.)

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