Perro que ladra no muerde

 

 

Cuando el perro ladra, anuncia la llegada de alguien o el paso de un extraño, pero cuando el perro aúlla, uno siente el desconsuelo de una tragedia a punto de sucederse, o bien, el sofocante abismo de una ausencia.


La palabra y el lenguaje literario ocupan un lugar de privilegio en el desocultamiento de los espacios más íntimos y recónditos de la condición humana, de sus modos de estar en el mundo y de las relaciones que establece con él. Ya en el siglo IV a.C. se le atribuye a Diógenes de Sinope, la frase, "cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro". Los mitos, las leyendas, los relatos, las novelas, y hasta en la poesía, desde la antigüedad, podemos constatar la relación vincular afectiva que se ha ido produciendo entre la sociedad humana y la sociedad perruna.


Del mito del perro Cerberos, representado como un monstruo de tres cabezas al cuidado de las puertas del inframundo, pasamos a Argos, el siempre leal perro de Ulises, el único que en la obra de Homero mueve la cola y lo reconoce cuando después de veinte años el héroe regresa a Ítaca. Esopo, alrededor del 600 a.C., en sus Fábulas, recurre a perros humanizados y moralizantes como una forma de enseñar. Y según una de las leyendas tradicionales Mexicas, del México precolombino, la raza xoloitzcuintle, conocida como “perro sin pelo”, fue creada por el dios de la transformación, a partir de una astilla del Hueso de la Vida, para acompañar al hombre tanto en la vida como en la muerte.


El gran libro de los perros, (España, 2018), de Jorge de Cascante contiene los mejores relatos, ensayos y poemas de la literatura canina universal. Lord Byron, a pesar de lo déspota que podía ser con algunos humanos, era extremadamente sensible con sus animales. En una ocasión, mientras viajaba en barco, su perro cayó al agua, y ante la negativa del capitán a parar con el fin de recogerlo, Byron se tiró, incluso le escribió un emotivo epitafio:

“Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad, y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos”.

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