«No hay ningún camino
establecido. No hay un conjunto de normas que se apliquen a todo y a
todos cuando escribimos. Es un camino que nos tenemos que inventar.»
Arriesgarse
a ese salto de fe, a esa prueba de vida, a ese todo o nada, a ese
olvido que seremos, a las palabras que te nombran desde el centro
impreciso de un texto que aún no ha sido escrito, a la hoja en blanco
que finge estarlo, a explorar las respuestas a las preguntas que aún no
nos hemos hecho, a explorar las preguntas a las que no les hemos
encontrado respuestas, a ese viaje que nunca termina, a esa desviación, a
ese cruce que es todo camino donde el desafío está en la duda hecha
certeza.
«Construimos cuando nos reconocemos como personas que,
al margen de un color de piel, de un acento, de una lengua, de un país,
de una latitud, de una longitud, reaccionamos a las mismas emociones,
experimentamos las mismas pasiones y miedos…»
El camino es,
entonces, también, como lo expresa Roberto Juarroz, «un lugar», cuya
característica reside en aquello que tenemos en común, aunque seamos
diferentes, en aquello que establece un acercamiento, un eslabón, por
encontrarnos en lo que nos une. Tal vez, crear, inventar, reinventar el
camino literario por el que queremos transitar, no consista en encontrar
la magia, sino en ser los magos, los hechiceros y hechiceras que
dejándonos adueñar por las palabras, conjuramos la puerta, el puente, la
osadía, el atrevimiento de acercarnos al otro, por lo que desconocemos
de nosotros.
—
©Jc
—
«…» Palabras de la escritora española
Irene Vallejo, autora del libro El infinito en un junco, a propósito de
su encuentro con el público en el marco de la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara, 2022, México.
—
Instagram: @ecos_jc

👏👏👏
ResponderBorrar