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“Él es un hombre bueno,
simplemente por ser el macho de la casa. Conoce de la vida, tanto, como
un buen hombre debe conocer sobre mujeres: Son todas unas p_tas. Él,
como bien hombre que es, tiene, lo que a ellas les gusta. Como casi
todos los hombres, rectifico, como casi todos los que se precien de ser
bien machos, luego del primer golpe hay que pedir perdón. ¡No vaya a ser
cosa que se profane lo sagrado, abandonándonos! La vida del macho es
jodida, porque la mujer es la que fue tentada por la serpiente a comer
del fruto prohibido, dejándole Dios al macho, la misión de llevar
adelante el castigo divino.”
En el Siglo XV, el Fray Cherubino de
Siena escribió en las “Reglas del Matrimonio” el mandato: “Es mejor
castigar el cuerpo y corregir el alma que dañar el alma y perdonar el
cuerpo… golpearla, pero no con rabia sino en misericordia para que la
paliza ayude a tu prestigio y a su bien.” Seiscientos años después, el
padre de mi padre, el padre de mi madre, y mi padre, amparados en su
santa autoridad, cumplieron con el mandato divino, cuya vigencia
continúa perpetuándose.
“Él es un hombre bueno, tan bueno, que se siente bendecido que, cada golpe, ya ha sido perdonado.”
Pronunciar
la palabra madre fue una blasfemia cuyo atrevimiento se castigó con el
Sermón de la Montaña: La perra en celo, que traicionó su propio instinto
materno, cuando ni siquiera un animal abandona a sus cachorros. La que
te parió, no sintió ningún dolor, porque ya estaba acostumbrada.
Continuará…
Próximo Capítulo: El hijo
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Libro recomendado:
Voces Prestadas – Grela Bravo – España (@grelabravo)
A
través de la Asociación de Mujeres para el Apoyo y Defensa de las
Víctimas de Malos Tratos, Grela Bravo, se encuentra con mujeres cuyas
vivencias, silencios, secretos y lágrimas quedan retratadas en un libro
que no se limita a un recuento de historias de vida, ni en la crónica ni
en las estadísticas que ya todos conocemos. Un viaje literario cuyo
núcleo no es la tormenta sino la posibilidad de atravesarla reconociendo
nuestra fortaleza en aquello que a veces olvidamos: No somos las
circunstancias, sino lo que hacemos con ellas.
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©Jc
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