La imagen que habla: XXXII


 


De todos los sentimientos, la esperanza es "el mentiroso al que no dejamos de creer". Y con razón: el momento en que nos sentimos derrotados es el mismo cuando vemos nuestros miedos hacerse realidad.
Nada es más triste que el espectáculo de una persona que ha conocido la amargura del desencanto: de la derrota, lleva en sus ojos los surcos del insulto; en su cuerpo, la vergüenza; en el espíritu, la suma de la desilusión. La soledad es una paz inaceptable. Los retratos de la fotógrafa rusa Alisa Resnik narran este oscuro malestar.


Los protagonistas de "Unos y Otros" cruzan el embate mar de invisibilidad, hombres y mujeres perdidos en carreteras resbaladizas cuya voz no se escucha y llora sin dejarse oír. Alisa Resnik es consciente de su soledad, quizás, quién sabe, tiene experiencia con ella; y, en todo caso, es capaz de mostrarnos sensiblemente los distintos matices. Y hay muchos, para llenar un catálogo. La soledad es un vestido que se cose solo y por eso cada quien viste el suyo.

En el centro de sus fotografías, las miradas perdidas para seguir un punto lejano, cuyos ojos ofrecidos a la burla, apuntan a las sombras ilusorias vidriosas. Y si alguien lucha por un tiempo, el arrebato no dura, porque el bamboleo de las extremidades no puede hacer nada contra un enemigo que acecha en su interior.

Oscuro. Todo alrededor y dentro. Y frío, que ni el calor de un tierno abrazo puede dispersar, porque la soledad se ama hasta el punto de duplicarse. "Unos y Otros" nos intriga. Y conmueve el (exitoso) intento de Alisa Resnik para visibilizar lo que no es, para dar forma a la abstracción, para devolver la voz a quienes la perdieron.

Giuseppe Cicozzetti
de “One Another”
Fotógrafa: Alisa Resnik